Después de cada uso, limpie suavemente el cuero con un paño suave y seco para eliminar el polvo o la suciedad superficial.
Evite el contacto con agua, aceites, productos a base de alcohol y cosméticos, ya que estos pueden manchar o dañar el acabado de cuero.
Para cueros metálicos o delicados, evite la fricción contra superficies ásperas para prevenir arañazos o la transferencia de color.
Guarde siempre sus zapatos en su bolsa de polvo y caja originales, en un lugar fresco y seco, lejos de la luz solar directa y de fuentes de calor.
Deje que los zapatos reposen entre usos para conservar su forma y la calidad del cuero.
Si el cuero se moja, séquelo suavemente con un paño suave y deje que se seque al aire de forma natural. Nunca utilice calor directo.
