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EL DEBER DE MIRAR LA ETIQUETA
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EL DEBER DE MIRAR LA ETIQUETA

Las circunstancias excepcionales que estamos viviendo a cauda del coronavirus requieren de una reflexión a la hora de gastar el decreciente dinero que vamos a disponer a corto y medio plazo. Esta situación demanda también emplear nuestro -decreciente, me temo – dinero, gastándolo bien. Y por desembolsarlo adecuadamente no me refiero solo a los aspectos de conseguir el mejor valor por el mismo, la mejor forma de comprar es añadiéndole un sentido cívico. Esta moralidad del gasto no solo requiere mirar la etiqueta de quien nos quiere vender, actuando en consecuencia con la situación actual; porque todos tenemos la ocasión de enviar un mensaje al lugar que más afecta -al bolsillo – de quienes nos han exportado este drama de la pandemia.

CONSCIENTES DE LA QUE SE NOS VIENE ENCIMA.

Hablamos, opinamos, acerca de lo que está pasando. Estamos también muy preocupados por lo que nos espera en el corto plazo. Nos pasamos mensajes, convocatorias, noticias y nuestro miedo, impaciencia e indignación crece y crece: los negocios cerrados hasta no se sabe cuándo, millones de trabajadores autónomos colgando de un hilo, ERTEs y EREs a diestro y siniestro, el PIB en proceso de contraerse hacia cifras nunca pensadas… Y por si esto no fuese suficiente, los que nos dirigen no saben y lo están haciendo muy mal, por siendo suave en mi opinión. 

INDIGNADOS POR ALIMENTAR AL RESPONSABLE DEL VIRUS.

Están muy presentes en nuestro ánimo los miles de fallecidos y enfermos que se podían haber evitado. Y por ello nos indignan los cientos de millones de euros que estamos comprando a China, el país que nos ha exportado el virus. El tercer virus de este tipo en los últimos años. Porque China no es solo el mayor exportador de productos, es también el líder mundial exportando virus devastadores. Y encima se está lucrando con la pandemia.

Un lucro que, para más INRI, está siendo una catástrofe para los ciudadanos españoles. Porque nuestros gobernantes además ni siquiera saben cómo moverse en esa especie de gigantesco bazar: los aviones que han llegado con cuatro semanas de retraso, las mascarillas que no se sabe dónde están desde hace 6 semanas...

Además de incompetentes a la hora de gastar nuestro dinero. Las autoridades se han dedicado a hacerle ganar dinero a los chinos en vez de poner a todo nuestro país a trabajar a destajo. Los primeros, todos los talleres textiles artesanos grandes, pequeños y todo tipo de empresas. Gracias a la iniciativa privada -como siempre, mejor organizada y eficiente -el mal no está siendo todavía mayor.

¿QUE PUEDO HACER YO?

No basta con reenviar videos e infografías a los amigos y conocidos, rogándoles que las reenvíen también. Si -como a mí – te cuesta conciliar el sueño con el panorama que tenemos, te recomiendo que actúes. Porque contribuir con tu esfuerzo a la defensa de todos genera una sensación de paz muy gratificante. Yo anoche me puse a pensar en todo esto y acabé durmiendo bien. Quedarnos en esta fase de parálisis es indigno e irresponsable.

Como ciudadanos está claro cuál es nuestra obligación si, en democracia, se convocan elecciones. Como consumidores y nosotros consumidores, de esta comunidad, tenemos una obligación básica e ineludible, y muy fácil, que podemos hacer “mirar la etiqueta”, como en los alimentos buscando sean sanos. Tenemos que mirar la etiqueta para no comprar nada “made in China”, y cuando digo nada me refiero a productos y servicios, desde hacerse las uñas hasta lo fabricado o cosido en ese país.

“MADE IN SPAIN”

Hay que consumir nuestros servicios, viajar para conocer mucho mejor nuestro país, hay tanto que admirar, entender y saborear (mira en el portal España Fascinante) los productos hechos aquí a todos los niveles. Yo ya lo hago y lo pregunto en alta voz ¿está hecho en España? ¿donde? ¿Quién lo hace? Y que suerte tenemos porque sabemos que lo que hacemos aquí es mejor calidad y encima da trabajo a todos los pequeños y medianos establecimientos de hotelería y hostelería, talleres, creadores, modistos, artesanos…

Esa es nuestra mejor respuesta, el pequeño granito de solidaridad y sentido común que podemos aportar en esta difícil situación.

Margarita Ruyra