Errores que no quiero cometer como novia.

Errores que no quiero venir como novia.

¿La clave para evitar estos inconvenientes? Conocerlos de primera mano con experiencias reales de novias que en su día cometieron o evitaron un tiempo un error que todavía recuerdan en el día de su boda. Manicura, peluquería, maquillaje, tratamientos corporales... La experiencia nos dice que pensárselo dos veces y conocer el resultado de otras vivencias es la mejor solución.

Para materializar un decálogo de riesgos que toda novia debería conocer, le preguntamos a 10 mujeres amigas y del equipo fascinante el error que cometieron en su boda o del que afortunadamente lograron escapar a tiempo. Estas son sus historias.

"Estuve a punto de cometer un error garrafal. Quise cortarme el pelo una semana antes de mi boda para “sanear”. Al final no lo hice, ya que cualquier cambio en el pelo poco antes de un evento así puede resultar catastrófico", Sin sin duda, cualquier cambio que conlleve riesgo para nuestra imagen, cuanto más lejano a la fecha del enlace mejor.

"Me pasé toda la mañana en la peluquería escoltada por mi madre, que quería una novia "muy guapa". Al llegar a casa, fui directa al cuarto de baño y me quité el maquillaje y el recogido. Era verano, estaba morenita, era mil veces mejor ser natural.

"En el centro de belleza me convencieron de que la manicura tenía que hacermela el mismo día de la boda por la mañana para que me quedara perfecta, así que mientras me peinaban surgió con las uñas. Yo quería una manicura francesa, pero se pasó muchísimo limando, así que cuando me pintó “la rayita blanca”, me quedó justo en medio de la uña. después de consultar a mi madre, hermanas y toda la familia femenina que pillé por allí, me limpié las uñas y me puse un brillo transparente". Nunca dejéis la manicura para el mismo día de la boda.

"En mi caso no hubo error, o eso creo. útiles, un par de meses antes de mi boda, en un viaje a Nueva York con una gran firma cosmética nos invitaron a maquillarnos con sus profesionales. Tras una hora entre pinceles, sombras y correctores, y ante mi gran estupor, me di cuenta de que, aunque no había ni la más mínima imperfección en mi rostro, ¡No era yo! hice. El resultado fue mucho más convincente. Sólo tuve que adaptar los trucos y consejos que me enseñaron los maquilladores que por mi trabajo conocido y había entrevistado durante esos años a mi gusto y personalidad. no iba disfrazada", "también maquillé a mi hermana en su boda".

Redacción: Ana Hernández Sarriá.

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