Debemos mentalizarnos de que ha llegado nuestro ‘momento de la verdad’; el de actuar con civismo, como ciudadanas autónomas, responsables y solidarias. Todas podemos contribuir de forma eficaz desde nuestros hogares. Un esfuerzo que apoya el trabajo colectivo y que, también, nos ayuda a nosotras mismas a sentirnos mejor.
Lo primero que todas debemos hacer es seguir estrictamente las instrucciones de circulación por las vías públicas, saliendo fuera de nuestros domicilios solamente en las situaciones autorizadas. Y, si vemos a alguna otra persona –sea o no conocida nuestra- infringir esas normas establecidas por las autoridades, nuestra obligación cívica es llamarle respetuosamente la atención; por el bien de ese individuo y en interés de todos.
En la calle debemos mantenernos alejadas las unas de las otras, como mínimo esos dos metros. Y, si el transporte público no lo permite, mejor esperar a que llegue otro vehículo. Además, debemos seguir escrupulosamente las normas de higiene durante y después de salir al exterior. Debemos recordarnos que este virus sobrevive mucho más tiempo que otros precedentes sobre las superficies sobre las que se deposita; en algunas de ellas, hasta nueve horas. Esa es una de las causas que explican su peligrosidad.
Debemos colaborar con las autoridades al 101%. A la hora de obedecer el mandato de los responsables, esto debe de hacerse sin reticencias ni dilaciones, porque así evitamos desgastar aún más a unos equipos de seguridad y sanidad sobrecargados de trabajo.
En el ámbito del hogar, conviene facilitar la convivencia con las demás personas con quienes estamos recluidas. Para ello debemos tener una paciencia especial cuando afrontemos situaciones que nos pongan nerviosas.
Algo similar se puede afirmar de nuestras relaciones con nuestros vecinos; especialmente si estamos cerca de alguna persona vulnerable. Solo el gesto de interesarse por el vecindario ya es algo positivo, porque –aunque no tengan alguna necesidad concreta para la que ayudarles– nuestro gesto les eleva la moral.
La actitud disciplinada, positiva y pro activa favorece a las personas a quien te diriges pero ayuda, aún más, a cada una de nosotras. Se ha roto nuestra rutina habitual y nos interesa sustituirla cuanto antes por una nueva, ajustada a la nueva situación. Alguien debe liderar en cada casa de forma servicial y quien así lo hace, crece como persona. Esta crisis es también una oportunidad para el desarrollo personal.
Esto es lo que debemos hacer, con determinación, con proactividad, con el convencimiento de que dependemos los unos de los otros para frenar la extensión del virus. Y tú, ¿tienes alguna anécdota o historia que compartir con nuestra comunidad? Compártela, seguro que le haces una aportación positiva a alguien. Un abrazo y adelante siempre.
Margarita Ruyra de Andrade